

Agentes del ICMBio decomisan tortugas y otros quelonios al inspeccionar un barco en la Reserva Biológica de Abufari, en Tapauá (Amazonas), en septiembre de 2025.
Fotos: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
Un ciclo amenazado
Creada en 1982 por el Decreto Federal n.º 87.585, la Reserva Biológica de Abufari ocupa más de 223.000 hectáreas en el municipio de Tapauá, en el sur del estado de Amazonas. Es uno de los epicentros de la reproducción de la Podocnemis expansa, la mayor tortuga de agua dulce de Sudamérica, y cuenta con la mayor zona de anidación en una unidad de conservación de protección integral. Cada año, más de 100.000 crías —en los favorables llegan a 200.000— rompen la arena y emprenden su desesperada carrera hacia el agua. Pocas sobreviven, pero las que llegan al río llevan consigo el milagro de la continuidad.

Los registros muestran una caída dramática: de casi 240 mil crías en 2017, quedaron poco más de 120 mil en 2024.
Foto: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
La misión de la reserva de Abufari, recuerda la directora y analista medioambiental Rita Lima, está escrita en su propio plan de gestión, pero también se revela en el silencio de la playa y en los esfuerzos de los agentes: “Proteger la biodiversidad de los lagos y llanuras aluviales y, sobre todo, la mayor zona de anidación de quelonios de la Amazonia en una unidad de conservación integral; ser un centro de investigación y educación medioambiental, y que la población local reconozca esta importancia”.
La arena se mueve cada temporada de eclosión, pero lo que antes era abundancia ahora es ausencia. Como revela Rita Lima, los registros muestran un descenso dramático: de casi 240 000 crías en 2017, el número descendió a poco más de 120 000 en 2024. El cambio climático, las sequías más graves, las crecidas más impredecibles y los delitos contra el medioambiente, como la recolección ilegal de huevos y la caza de tortugas, ayudan a explicar este declive. Sus huevos y su carne se siguen consumiendo como manjar regional y la presión humana es tan fuerte como la de los depredadores naturales.
Entre 2022 y 2024 se registraron casi 210 actas de infracción en la reserva. Cada número lleva el recuerdo de una noche de patrulla, de una embarcación interceptada, de un intento de saqueo interrumpido. Es la lucha silenciosa de los agentes que, cada mes de julio, descienden el Purús para proteger los nidos expuestos por el reflujo, cuando la especie revela su mayor belleza y, a la vez, su mayor fragilidad.


Poucos agentes e apenas dois barcos pequenos enfrentam o comércio ilegal que insiste em rondar as águas do Rio Ipixuna com Rio Purus, onde cerca de 800 famílias vivem sem saneamento básico. Foto: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
Fotos: Edmar Barros/Amazônia Latitude.

En la playa principal de la Reserva Biológica de Abufari se extiende el mayor santuario de quelonios de agua dulce del planeta.
Foto: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
La primera línea
Este paisaje no se protege solo. En la reserva de Abufari, la presencia humana que importa viste uniforme y lleva un cuaderno. Son analistas, inspectores y agentes temporales del ICMBio y del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), que trabajan en turnos de 24 horas en bases sencillas, con pocos recursos y de difícil acceso. Duermen en hamacas, dependen de pequeñas embarcaciones y desafían la inmensidad del Purús para vigilar las playas, guiar a los pescadores y evitar los saqueos.
Entre las curvas del Purús también surgen los guardianes humanos. Tamirês Mutz, analista medioambiental, camina entre los nidos junto a los agentes medioambientales locales, atentos como si escucharan el corazón de la arena. Diogo Lagroteria recoge huevos como quien tiene el futuro en sus manos. Y Rita Lima une la inspección, la ciencia y la comunidad, manteniendo vivo el pacto con la selva. En ellos, la conservación encuentra rostro, gesto y voz.
La reserva de Abufari es un corredor de vida donde los pirarucús suben a respirar, los caimanes vigilan discretamente y las aves se disputan el espacio con los buitres para defender los frágiles nidos. En el complejo lacustre de Chapéu, cientos de lagos, arroyos y humedales forman un mosaico de diversidad que alberga especies amenazadas y sustenta a las comunidades ribereñas. En la confluencia de los ríos Ipixuna y Purús, un barrio flotante donde viven unas 800 familias nos recuerda que la conservación es también una cuestión de dignidad: sin saneamiento básico, sin alternativas económicas, la presión sobre los recursos naturales sigue siendo elevada.

Apoyar el trabajo del ICMBio y del Ibama es salvar no solo a las tortugas: es defender la Amazonía como cuna del futuro.
Foto: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
La lección de las tortugas
Con cada cría que rompe la arena y llega al río, la reserva de Abufari reafirma su esencia: ser una de las últimas grandes cunas de vida de la Amazonia. Pero este milagro no está garantizado. Depende de una vigilancia constante, de políticas públicas serias, de la participación de la comunidad y de la capacidad de recuperación de las propias tortugas.
Las imágenes de esta galería nacieron de este pacto de atención: del esfuerzo silencioso de las hembras, las vigilias al amanecer de los agentes, la persistencia de los investigadores y la fuerza de la propia selva. Ver estas fotografías es oír decir al río que la vida necesita tiempo, espacio y seguridad. Es reconocer que cada nido excavado en la arena, año tras año, es también una lección de resistencia: contra todas las curvas del Purús, contra el peso del cambio climático y contra la codicia humana.
La reserva de Abufari nos enseña que la defensa de la vida nunca es solitaria, sino un acto colectivo. Amparar el trabajo del ICMBio y del Ibama significa salvar no solo a las tortugas: significa defender la Amazonia como cuna del futuro. En las playas de arena blanca del Purús aún se revela una belleza extrema: con cada huevo que se esconde en la tierra, con cada cría que sube a la superficie, la selva reafirma su vocación de supervivencia. Las siguientes imágenes son un llamamiento de la resistencia silenciosa de las tortugas, de los agentes y de la selva. No la contemplemos solo: atesorémosla, como el río atesora la vida en sus curvas infinitas.


Analista Tamires Mutz (a la izquierda) y agentes del ICMBio realizan monitoreo de la playa principal de la Reserva Biológica de Abufari, en Tapauá (Amazonas), en septiembre de 2025.
Fotos: Edmar Barros/Amazônia Latitude.
Texto: Marcos Colón
Fotos: Edmar Barros
Revisão: Juliana Carvalho
Montagem da página: Fabrício Vinhas
Direção de Redação: Marcos Colón
Traducción: Meritxell Almarza

















