Autopistas de depredación: el tráfico de fauna silvestre en la Amazonía
Durante cerca de un año, periodistas de cinco medios en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil investigaron el contrabando de animales en la región. Las pesquisas muestran que millones de loras, peces ornamentales, tortugas y otras decenas de millones de seres vivos se comercializan y transportan ilegalmente con destino a Asia, Estados Unidos y Europa.

Más de 46 millones de vidas interrumpidas. La ruta brutal del tráfico de fauna en la Amazonía, el cuarto mayor crimen del planeta.
Arte: Fabrício Vinhas/Amazônia Latitude.
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El tráfico de especies silvestres es una de las actividades criminales más opacas del planeta. Como advierte Naciones Unidas en su principal informe sobre el tema, no hay cifras exactas sobre el tamaño real del mercado o sobre la cantidad de animales silvestres extraídos de sus ecosistemas y vendidos al otro lado del mundo como mascotas, objetos de colección, alimentos esotéricos o ingredientes supuestamente medicinales.
Hay, sin embargo, algunas estimaciones. De acuerdo con varios estudios, cada año, el tráfico de fauna silvestre mueve entre 7 mil y 23 mil millones de dólares. En su límite superior, esto quiere decir que es casi 1.75 veces el tamaño anual del mercado de cocaína en Europa. En su límite inferior —el mejor de los casos—, es casi equivalente al producto interno bruto de un país como Namibia.
Un análisis a partir de datos de incautaciones enviados a cada país a Naciones Unidas calculó que, entre 2015 y 2021, cerca de 13 millones de animales, aproximadamente 1,84 millones por año, impulsaron este comercio ilegal, el cuarto más grande del mundo, detrás de las drogas, el tráfico de personas y los productos falsificados, según el gobierno estadounidense.
De acuerdo con organizaciones como TRAFFIC y Wildlife Conservation Society, una parte significativa de la fauna que compone el mercado ilegal se captura y saca de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo y el hogar de cerca del 10% de todas las especies de seres vivos del planeta. En parte debido a su geografía fragmentada, a la extensión del bioma y a la porosidad de las fronteras de los nueve países donde aún perduran los bosques, no existen estudios ni estimaciones recientes que den cuenta del alcance real del tráfico de especies en la región. Esto ha impedido que la problemática reciba la atención que merece y que las autoridades y Estados le dediquen recursos suficientes para combatirla.
Ante esta situación, periodistas de CasaMacondo, en Colombia, Revista Vistazo, en Ecuador, OjoPúblico, en Perú, Revista Nómadas, en Bolivia, y Amazônia Latitude, en Brasil, dedicaron cerca de un año a intentar descifrar el comercio ilegal de animales en la región. Para ello, se buscó unificar y analizar los datos existentes sobre incautaciones de fauna en cada país.
No fue un proceso sencillo. En Colombia, por ejemplo, fue necesario enviar 45 solicitudes de información a diferentes autoridades ambientales y demandar a una docena de ella para que compartieran sus datos. En el caso del Ministerio de Ambiente, un juez se vio obligado a advertir con un posible incidente de desacato a una funcionaria para que la entidad entregara la información, que incluso en ese punto se pasó incompleta. En Ecuador, las autoridades no tenían a su disposición datos discriminados al nivel de las especies, lo que impidió hacer un análisis detallado de lo que ocurre en ese país. Algo similar sucedió con la información disponible en Bolivia.
A pesar de todo, los resultados del cruce de datos obtenidos por vías legales y reunidos en el especial Autopistas de depredación, muestran que el tráfico de especies en la Amazonía y el resto del mundo es mucho mayor de lo que insinúan los informes que publicados por oenegés, otros periodistas y organismos multilaterales como Naciones Unidas. El análisis de la información consolidada, con sus fallas, omisiones y salvedades, halló que, entre 2010 y 2025, se incautaron o entregaron a las autoridades de Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador y Perú más de 46 millones de animales, en promedio casi 3 millones por año, más de una y media veces los registros con los que cuentan las Naciones Unidas para todo el mundo. (El número podría ser casi el doble, pero durante el estudio se descartaron cifras que a todas luces parecían infladas o el producto de un error).
Los datos incluyen la incautación de decenas de millones de peces ornamentales, la categoría de animales más traficada de la Amazonía, principalmente debido a los volúmenes de captura y facilidad de transporte, como cuenta la historia de Colombia; más de un 1.200.000 aves, incluidos canarios, diferentes especies de loras y guacamayas, como narra el reportaje de Brasil; decenas de miles de tortugas, como hallaron en Bolivia; y cientos de tiburones y mamíferos, como jaguares, ocelotes y lobos de páramo, que hoy sirven de mascotas, emblema y fuente de financiación a los grupos criminales en Ecuador. No incluyen, por otro lado, los miles de animales que, por ejemplo, se «lavan» o «blanquean» a través de zoocriaderos o acuarios en países como Perú, el principal exportador de animales silvestres extraídos de su medio a nivel mundial.
El tráfico de fauna prolifera de la mano de otros crímenes. Como señalan organizaciones no gubernamentales como Earth League International y Traffic, existe una interconexión con otros delitos —narcotráfico, contrabando, tráfico de armas o personas, minería ilegal, lavado de activos y tala ilegal—. La investigación encontró que, en varios casos, los grupos criminales venden fauna para financiar sus operaciones o lavar el dinero de otras actividades. En otros, usan las mismas rutas hacia Asia, Estados Unidos y Europa para transportar drogas, armas u otros productos.
La información obtenida por el grupo de periodistas sugiere la existencia de decenas de millones de historias y vidas truncadas de toda clase de animales. Autopistas de depredación toca solo algunas, pero, como parte del proyecto, nuestra intención es compartir los datos con todas las autoridades, periodistas e investigadores que las deseen, para que así puedan revisarlos, corregirlos, en caso de que sea necesario, trabajar con ellos y —ojalá— profundizar en las historias de más especies e individuos. (Un archivo parcial puede encontrarse y descargarse aquí. Cualquier uso debe incluir el respectivo crédito al proyecto).
En las próximas semanas, todas las crónicas que componen este proyecto estarán disponibles en los medios participantes y en esta página. Si pueden, compártanlas.
Este proyecto se realizó con el apoyo del Centro Pulitzer.
Texto: Santiago Wills, Bianca Padró Ocasio, Gianfranco Huamán, Aramis Castro, Iván Paredes, María Belén Arroyo, Arturo Torres, João Serrão, Nayra Wladimila e Marcos Colón
Revisión y montaje de la página: Juliana Carvalho
Dirección: Marcos Colón
