COP30 en la Amazonia ya ha empezado para los pueblos indígenas
La educación a distancia en el estado de Pará, con más de 50 pueblos originarios, puede ser la chispa que incendie el sueño del gobierno con la COP30


Las voces de la selva que denuncian la destrucción del bioma, hoy también denuncian la desestructuración del sistema educativo en Pará.
Foto: Walter Kumaruara / @pivide_kumaru.


La COP30 en la Amazonia ya ha empezado para los pueblos indígenas que están movilizados en Belém do Pará. Acampados desde hace más de dos semanas ocupando la Secretaría de Educación, además de bloquear carreteras que cruzan sus territorios, los indígenas ponen en evidencia la falta de cuidado del gobierno del estado que pronto recibirá a miles de distinguidos visitantes en el mayor evento dedicado al debate mundial sobre el clima.
El tema, de hecho, nos afecta a todos, que estamos sujetos a inundaciones, como las que ocurren estos días en São Paulo, o a incendios nunca antes vistos, como el que aterrorizó recientemente a California. Los gobiernos están desorientados con relación a qué medidas pueden equipar nuestras ciudades ante los imprevistos que se producen de norte a sur, sin un aviso previo que permita activar los sistemas de protección y defensa.
Ciudades enteras se quedan paralizadas ante los fenómenos climáticos, y esto debería interesarnos a todos y cada uno de nosotros, al igual que a los gobiernos. Belém es una ciudad trastocada por las obras, que se apresura a terminar las instalaciones que acogerán la COP30: construcciones de hierro y hormigón en una capital que bien podría ser un modelo de selvanía (florestania en portugués), término que define la condición de ciudadano de los pueblos de la selva.
Selvaci(u)dad (florescidade en portugués) y selvanía son conceptos que surgen de la experiencia de décadas de organización de las comunidades extractivistas, indígenas y ribereñas para resistir la ocupación de las últimas selvas, donde estas poblaciones han establecido sus modos de vida.
Organizadas en regiones de los estados de Acre, Amazonas, Pará y Amapá, han conseguido asegurar miles de hectáreas de zonas cubiertas de selva, algunas demarcadas como tierras indígenas o reservas extractivistas, para garantizar una economía local que sustenta la vida de miles de familias en la selva.
Impulsadas por el sueño del sindicalista ambientalista Chico Mendes, las reservas extractivistas se resisten a los intentos de recortar actividades como la investigación y el apoyo a los jóvenes para que permanezcan en la selva. Ofrecer una educación de calidad a las nuevas generaciones es una de las demandas constantes de estas comunidades. Promover políticas públicas orientadas a la salud y la educación en estas localidades es tarea de los gobiernos municipales, pero también de los estatales y del federal.
La selvanía es la condición de ciudadano de los pueblos de la selva, establecida como conquista de nuevos derechos por parte de comunidades históricamente excluidas de la vida pública brasileña. El país y la lengua no tratan con respeto a sus habitantes, también “ciudadanos” de la selva.
Un ejemplo es la crisis innecesaria que ha generado el gobierno de Pará con las redes de escuelas de aldeas indígenas y comunidades ribereñas y quilombolas. El sistema modular de educación [creado para llevar la educación presencial, con profesores en las aulas, a regiones de difícil acceso y, en el caso de los indígenas, con materiales didácticos que respetaran los saberes, lenguas y tradiciones de cada etnia] se está reduciendo a la oferta de enseñanza a distancia.

Para los pueblos indígenas, la “nueva ley del magisterio” debilita la educación presencial indígena y amenaza la garantía de docentes para las clases presenciales. Foto: Walter Kumaruara / @pivide_kumaru.
El movimiento indígena, que no acepta la sustitución de las clases presenciales por clases en línea en las aldeas, ha conseguido el apoyo de profesores, movimientos sociales y la sociedad civil para hacer frente al gobernador y a su secretario de Educación.
Es una chispa que puede incendiar el sueño del gobierno de Pará —y también de Brasilia— con relación a la celebración de la que debería ser la reunión de jefes de Estado más importante de la Amazonia.
Todas las organizaciones internacionales relacionadas con el cambio climático esperan la participación de los pueblos de la selva en la COP30. Una de las razones para elegir Belém como sede del evento es su proximidad a las áreas naturales, ríos y selvas habitados por pueblos originarios, con sus formas de vida y conocimientos tradicionales del bioma amazónico.
Destacados líderes de estas comunidades de la selva, que han estado presentes en todas las Conferencias sobre el Clima y que han marcado el debate de la COP30, podrían ser ahora la piedra en el camino del gobernador Helder Barbalho, principal beneficiario de la elección de esta capital amazónica para acoger el debate más importante sobre el cambio climático del planeta.
Los pueblos indígenas quieren preservar la experiencia de la enseñanza escolar en los cientos de centros educativos de las aldeas, para más de 50 etnias, con las bases pedagógicas propias de una educación diferenciada.
Ante la amenaza de que las clases presenciales sean sustituidas por videoclases en la nueva modalidad propuesta por el actual secretario, la activista Alessandra Korap, del pueblo munduruku, explica:
“El estado de Pará tiene varios pueblos, más de 50 pueblos indígenas. Imagínese un televisor hablando una lengua y que los alumnos no entiendan lo que dice el profesor en el televisor. Las clases en línea no nos sirven porque muchos alumnos no hablan portugués”. Para Korap, “esto es una violación de los derechos, una violación de nuestra cultura. Esto es muy grave”.
La movilización, iniciada por los indígenas, ya reúne a muchos representantes de la sociedad de Pará, además de los profesores y los funcionarios, que se han unido a la lucha por respeto y autonomía en la educación escolar. Cada vez más, la sociedad se da cuenta de que el cambio en el sistema educativo no se limitará a los pueblos indígenas, sino que afectará a todos los pueblos de la selva.
En la película “Amazonia: ¿la nueva Minamata?“, de Jorge Bodanzky, la voz inconfundible de Alessandra Korap denuncia la tragedia que las invasiones mineras han traído a la región del Tapajós, que han agravado la situación de amenaza en la que viven los ribereños y las aldeas indígenas, ahora con sus ríos y lagos contaminados por el mercurio.
Son las voces de la selva las que denuncian la destrucción del bioma y, hoy, también el desmantelamiento del sistema educativo, fundamental para la formación de líderes de una nueva generación consciente de la necesidad de cambiar la relación que tenemos con la selva para que sea de reciprocidad.
Las disputas en torno a nuestro futuro común, que tendrán lugar durante la COP30, ya han empezado en Belém.
Este artículo fue originalmente publicado en portugués en Folha de S. Paulo.
Ailton Krenak Ailton Krenak es líder indígena, ambientalista, filósofo, poeta, escritor y doctor honoris causa por la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF). Protagonizó una de las escenas más impactantes de la Asamblea Constituyente, en 1987, cuando se pintó la cara para protestar contra los ataques a los derechos indígenas. Participó en la União dos Povos Indígenas, que se convirtió en la Alianza de los Pueblos de la Selva, junto con David Kopenawa Yanomami y Chico Mendes. Fundó la ONG Núcleo de Cultura Indígena. Con su gente en la región de Rio Doce, enfrentó los efectos de la ruptura de la represa de Fundão, en Mariana (Minas Gerais). Como escritor, lanzó “Ideas para Posponer el Fin del Mundo”, “El Mañana no Está en Venta” y “La Vida no es Útil“.
Traducción: Meritxell Almarza
Montaje de página y finalización: Alice Palmeira
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