Infierno (sin) Verde

Marcos Colón reflexiona en este ensayo sobre la crisis ambiental en la Amazonia y el inminente colapso de la mayor selva tropical del mundo

Ribeirinhos afetados pela maior seca da história, carregam garrafões com água potável, no leito seco do rio Madeira, na comunidade Paraizinho, em Humaitá (AM), 08 de setembro de 2024. Os moradores de diversas comunidades ribeirinhas da Amazônia, estão sofrendo com a falta de água potável e escassez de alimentos causados pela seca. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude
Ribeirinhos afetados pela maior seca da história, carregam garrafões com água potável, no leito seco do rio Madeira, na comunidade Paraizinho, em Humaitá (AM), 08 de setembro de 2024. Os moradores de diversas comunidades ribeirinhas da Amazônia, estão sofrendo com a falta de água potável e escassez de alimentos causados pela seca. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude
Os moradores de diversas comunidades ribeirinhas da Amazônia, estão sofrendo com a falta de água potável e escassez de alimentos causados pela seca. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Los habitantes de varias comunidades ribereñas de la Amazonia sufren la falta de agua potable y la escasez de alimentos a causa de la sequía. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

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Fue el escritor brasileño Alberto Rangel quien hizo célebre la expresión “infierno verde”. La imagen que evoca este tropo trascendió las páginas de la ficción y llegó hasta nosotros a través del prefacio de otro escritor brasileño, Euclides da Cunha. Pero si observamos la Amazonia hoy, esta metáfora se ha vuelto más relevante e inquietante que nunca.

El “infierno verde”, nombre que también recibe el libro de Rangel, debía ser lo que es: sorprendente, original, extravagante; hecho para suscitar extrañeza, incomodidad y antagonismo instintivo entre los críticos de hoy. La Amazonia actual refleja un “doloroso realismo” que, aunque alejada del universo que denunció Cunha, reverbera la misma sensación de urgencia y desolación.

La Amazonia se enfrenta a la sequía más larga de su historia, un fenómeno que se suma a los grandes incendios de los últimos años. Con cada estación seca, lo que antes era exuberante vegetación se reduce ahora a cenizas y devastación. Como observó Euclides da Cunha, “la tierra que era pródiga y crecía en la plenitud risueña de su vida” está ahora consumida por un infierno verde en el que la sociedad local parece que “muere miserablemente”.

La sequía y los incendios son las últimas manifestaciones de una crisis ambiental a gran escala. “La tragedia se desarrolla sin peripecias”, como dijo Cunha, y la devastación no sigue una narrativa tradicional: es un colapso silencioso y arrollador. Las “tierras caídas” y las inundaciones que describía son ahora sustituidas por incendios que consumen el territorio y el futuro de la región.

“Entre las gentes que recorren el suelo, que les niega su propia estabilidad física”, vemos hoy la lucha desesperada por la supervivencia en medio del desastre. El ambiente que sustenta la vida de millones de personas está siendo destruido y “el hombre mata al hombre como el parásito aniquila al árbol”. La comparación de Cunha entre la destrucción física y la moral resuena con fuerza en la realidad contemporánea.Hoy, más que nunca, la Amazonia representa la última página del Génesis, como afirmó Cunha. Sin embargo, esta página no la escribe Dios, sino la ignorancia arrogante y negacionista, bajo el signo de la catástrofe ambiental. Esta noción, según Cunha, nos decía que la Amazonia, además de ser un territorio nuevo —por ser el último en la lista de las creaciones de Dios— estará siempre en evolución, en constante cambio, en un “estado de ser”, como él quería que fuera. Nuestros días cumplen la profecía euclidiana, pero al revés: su evolución es la evolución hacia el “estado de no-ser”.

Y así, “la grey salvaje copia, en su agitación feroz, la lucha inconsciente por la vida que se le muestra en el orden biológico inferior”. La lucha por la supervivencia en la Amazonia trasciende la propia selva: es una lucha por la esencia misma de la vida en la Tierra, en la que el destino de la mayor selva tropical del mundo refleja el futuro de la humanidad.

Alberto Rangel y Euclides da Cunha nos alertan del horror que no es solo un eco del pasado, sino un grito de socorro del presente. El “infierno verde” que describieron es más real que nunca, y lo que vemos hoy es una agonía colectiva, una lucha desesperada por salvar lo que queda de un ecosistema único y vital.

La devastación de la Amazonia no es solo una cuestión ambiental: es el reflejo de una crisis moral y social. El mundo debe prestar atención y actuar antes de que el último capítulo del Génesis se escriba con cenizas.

El futuro que se perfila en la Amazonia es, de hecho, espantoso. Un futuro marcado por temperaturas más altas, la intensificación del narcotráfico, graves sequías, hambre creciente y escasez de agua, que hasta hace poco era la base de la vida en la región. Euclides da Cunha ya nos advertía de esta tragedia humana y ambiental: “Pues entre las magias de aquellos escenarios vivos, hay un actor agonizante: el hombre”. Y añade, refiriéndose a uno de los once cuentos de Rangel: en “‘Hospitalidad’, el hombre decaído vuelve, en segundos, por un milagro de atavismo, a la superficie de la humanidad, antes de sumergirse definitivamente en la sombra, cada día más espesa, de su irremediable decrepitud moral”.

La degradación a la que asistimos hoy parece cumplir este destino sombrío que describió Cunha. El hombre, principal actor de la destrucción de la selva, también se convierte en víctima de este proceso, sumiéndose cada vez más en la sombra de una crisis moral y ambiental irreversible. Lo que antes era la lucha por sobrevivir en un ecosistema vibrante es ahora la lucha por no sucumbir a un ambiente devastado, donde la falta de agua, alimentos y dignidad humana se está convirtiendo en la nueva normalidad.

Si Alberto Rangel, como dijo Cunha, “se asombra ante esas escenas y escenarios; y, en un arrebato desasosegado de sinceridad, no quiso reprimir su asombro, ni rectificar, con la mecánica frialdad de los escritores profesionales, su vértigo y las rebeldías de su tristeza exasperada”, ¿qué sentiría al ver las imágenes captadas por el fotógrafo Edmar Barros en su viaje de 10 días por el infierno (sin) verde de la Amazonia?

Sin duda, Rangel, que ya describía la Amazonia como un escenario de tragedia y lucha, se horrorizaría todavía más. Las fotos de Barros, que documentan los incendios, la devastadora sequía y las comunidades que luchan por sobrevivir, hacen tangible lo que Rangel y Cunha solo vislumbraron en su día: un escenario de colapso ambiental que va más allá de la estética, que alcanza la esencia de lo que significa existir en un ambiente que ya no sustenta la vida.

El “infierno verde” de Rangel y Cunha no era solo una metáfora literaria, sino una premonición de en qué se está convirtiendo hoy la Amazonia. Un infierno sin el verde, sin el agua, sin la vida que antaño florecía. Las imágenes de Barros dan testimonio de este proceso agónico, captando el dolor, la resistencia y, en muchos casos, la derrota del hombre ante una tragedia de proporciones catastróficas no solo para la región, sino también para nuestro planeta.

Este es el futuro al que se enfrenta la Amazonia y al que, en cierto modo, también tendrá que enfrentarse el mundo entero.

 

Queimada atinge area da floresta Amazônica, na margem da BR-230 (Transamazônica), em Lábrea (AM), quarta-feira, 04 de setembro de 2024. Dados do INPE indicam que nesses quatro dias de setembro, já foram registrados 10.032 focos de queimadas no bioma Amazônico. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Un incendio alcanza un área de la selva amazónica junto a la carretera BR-230, la Transamazónica, en Lábrea, en el estado de Amazonas, el miércoles 4 de septiembre de 2024. Datos del Instituto Nacional de Estudios Espaciales (INPE) indican que en solo esos cuatro días de septiembre se registraron 10.032 incendios en el bioma amazónico. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

No dia da Amazônia, 5 de setembro, a cidade de Lábrea, amanheceu com a pior qualidade do ar do Brasil. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

El 5 de septiembre, Día de la Amazonia, la ciudad de Lábrea amaneció con la peor calidad del aire de Brasil. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

O pescador, Lairton Castro da Silva (22), caminha com seu motor rabeta, sob forte fumaça de queimadas que econbre o rio Purus, na cidade de Lábrea (AM), 06 de setembro de 2024. Dados do INPE indicam que nos seis primeiros dias de setembro, já foram registrados 14.139 focos de queimadas no bioma Amazônico. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

El pescador Lairton Castro da Silva, de 22 años, camina con su motor fueraborda bajo el denso humo de los incendios que cubre el río Purús, en la ciudad de Lábrea, el 6 de septiembre de 2024. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Ribeirinho carrega garrafão com água potável pelo leito seco do Rio Madeira. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Un ribereño transporta un garrafón de agua potable por el lecho seco del río Madeira. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

O ribeirinho e líder comunitário João Mendonça, junto de outros ribeirinhos, carrega garrafões com água potável, para ajudar outros moradores afetados pela maior seca da história do rio Madeira. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

El ribereño y líder comunitario João Mendonça, junto con otros ribereños, transporta garrafones de agua potable para ayudar a otros residentes afectados por la sequía del río Madeira más larga de la historia. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Ribeirinhos afetados pela maior seca da história, carregam garrafões com água potável e uma caixa de água vazia para ser abastecida, no leito seco do rio Madeira, na comunidade Paraizinho, em Humaitá (AM), 08 de setembro de 2024. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Ribereños afectados por la peor sequía de la historia caminan con garrafones de agua potable y una cisterna vacía para llenarla por el lecho seco del río Madeira, en la comunidad de Paraizinho, en Humaitá, estado de Amazonas, el 8 de septiembre de 2024. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

A ribeirinha Sandra Gomes e sua filha armazenam água potável, durante a seca recorde do rio Madeira, na comunidade Paraizinho, em Humaitá (AM), sábado, 07 de setembro de 2024.

La ribereña Sandra Gomes y su hija almacenan agua potable durante la sequía histórica del río Madeira, en la comunidad Paraizinho, en Humaitá, el sábado 7 de septiembre de 2024. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Uma densa nuvem de fumaça de queimadas na floresta Amazônica, encobre a ciadade de Lábrea (AM), no dia da Amazônia, quinta-feira, 05 de setembro de 2024. A cidade amanheceu com a pior qualidade do ar no Brasil. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

Una densa nube de humo procedente de los incendios en la selva amazónica cubre la ciudad de Lábrea el Día de la Amazonia, el jueves 5 de septiembre de 2024. Foto: Edmar Barros / Amazônia Latitude

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Marcos Colón es profesor de Medios de Comunicación y Comunidades Indígenas de la Iniciativa de las Tierras Fronterizas del Suroeste en la Escuela Walter Cronkite de Periodismo y Comunicación de Masas de la Universidad Estatal de Arizona. Su investigación se centra en los estudios literarios y culturales brasileños, con especial énfasis en la Amazonia, los estudios indígenas y las representaciones de la cultura-naturaleza en el cine documental y mundial. Su libro The Amazon in Times of War está previsto para ser lanzado en octubre de este año.

Revisión: Glauce Monteiro
Traducción: Meritxell Almarza
Diseño de página: Alice Palmeira
Dirección: Marcos Colón

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